SUPERMANJAVIOLIVARES, EL BLOG

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martes, 1 de septiembre de 2009

Superman: Kal (1995)

Guión: Dave Gibbons
Dibujo: José Luis García López

Dave Gibbons sitúa la llegada de la nave de Kal-El a la Tierra en un tiempo distinto y atractivo: la Edad Media. En un entorno sumamente hostil, de aldeanos pobres, torneos de justas y despiadados señores feudales, la historia del hombre que hubiera sido Superman toma un matiz desconocido. El joven Kal será recogido por una pareja de campesinos y acabará trabajando como herrero y enamorándose de la bella Lady Loisse, doncella deseada por el malvado señor de Lexford, el barón Luthor. Con el amor de Kal y Loisse correspondido mutuamente y tras contraer matrimonio, Luthor se acogerá a su derecho de pernada y acabará asesinando a Loisse esa misma noche. Será el momento de la venganza de Kal, que nos ofrecerá el enfrentamiento definitivo entre héroe y villano (villano ataviado con un collar que tiene una misteriosa gema verde “caída de las estrellas” que afecta al joven herrero) y un desenlace tan absurdo como bonito, en el que se descubre que el narrador de la historia no es otro que James Ollson (el joven amigo de Kal) que está contándole el relato a su aprendiz, un tal Merlín, y que la espada que Kal forjara con el metal kryptoniano de su nave es la mítica Excalibur.
Con una historia original y un desarrollo adecuado de acontecimientos (en 64 páginas tampoco pueden obrarse milagros), resulta muy atractiva la propuesta de Gibbons de situar a Superman en un tiempo tan remoto y conocido al mismo tiempo, entremezclando la leyenda de Superman con otra leyenda (la de Excalibur) y con elementos conocidos de la sociedad medieval. Especialmente poderoso y memorable se hace el personaje del barón Luthor, con esa secuencia del asesinato de la pobre Lady Loisse. Puede que hasta ese momento, la historia tenga un ritmo perfeco, teniendo que derivar a partir de ahí en una forzada confrontación final entre Kal y Luthor, con la recurrente kryptonita por medio, y amén de ese final pseudomítico metiendo la espada del rey Arturo en la historia (cosa que, personalmente, me encantó en su momento cuando lo leí). En definitiva, el cómic deja un sabor de boca entrañable, clásico pero moderno. No cabe duda que tiene gran parte de tragedia clásica, como si de un “Braveheart” de viñetas y tinta se tratase. Pero lo mejor, sin ápice alguno de duda, es el dibujo de José Luis García López, quizá el único artista capaz de plasmar la historia e imprimirle un toque tan característico que casi parece hacernos sentir que los personajes son realmente medievales. Su dibujo es maravilloso en todas las páginas, con algunas splash que quitan el aliento y algunas viñetas pequeñas detalladas que no se quedan atrás en expresividad y fuerza visual. Así que entre lo pintoresco del guión y lo extraordinario del arte, esta historia Elseworlds es un precioso relato de algo que, por qué no, también podría haber sucedido así. Porque en el cómic todo vale.